viernes, mayo 26

Porque viaja Gelato...

...Quizá si volvemos tantas veces, si echamos tanto de menos la ciudad cuando la ausencia se hace demasiado larga, es porque aquí recobramos con más intensidad la parte de nosotros que es exclusivamente nuestra, el espacio en el que no hay nadie más, la zona inviolable de secreto que es la médula y la materia misma de la que está hecho el vínculo entre dos amantes, el Jordán en el que se sumergen para quedarse limpios de todo lo que la vida en común, las rutinas y obligaciones les han ido agregando. Un hombre y una mujer, un hombre y otro hombre, una mujer y otra mujer, necesitan replegarse de vez en cuando al paraíso que está siempre en los orígenes, al despojamiento de los primeros encuentros, cuando no eran nada más que ellos mismos, el uno frente al otro, cuando el mundo exterior quedaba rigurosamente cancelado más allá de la habitación en la que se encerraban para amarse y cuando sólo tenían en común el deseo y el asombreo del reconocimiento: ni hijos, ni padres, ni ninguna clase de parientes, ni propiedades, ni costumbres, ni sobreentendidos, ni recuerdos compartidos que fueran más allá del día cercano en el que se conocieron, ni propósitos que se alejaran demasiado hacia el provenir.
(Antonio Muñoz Molina - Ventanas de Manhattan)

Por Eva Faro, 19/10/2005

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